Entrevista a Gustavo Cortéz Cubillo, deportista que actualmente ostenta el puesto número uno del Descenso riojano.
- Por Natalie Leautier
El Downhill es un estilo de vida; Gustavo Cortéz Cubillo lo tiene claro. Se levanta cada día de la semana y entrena sin parar. Aguarda con ansias el fin de semana para poder ir a su querida Pampa de la Viuda y descender sin miedo, a toda velocidad, entre la montaña y la nada misma del acantilado.
La bicicleta es su fiel compañera. Está presente en su vida desde hace ya muchos años, pero desde hace 14 que se convirtió en una parte fundamental de su historia, llevándolo a representar a la provincia en los podios más altos del país, e incluso del continente.
¿Cómo te iniciaste en el deporte?
-Yo empecé hace unos 13 o 14 años. Estábamos andando en bici con unos amigos, cerca de “Las Padercitas”. Encontramos un sendero, empezamos a usarlo solo de bajada y después nos enteramos que ese era un circuito de Descenso. Un día fuimos y estaban otros chicos andando, entre ellos Fernando Mercado, que es quien trajo el deporte a la provincia. Ahí lo conocí y ahí comenzó todo esto.
¿Se podría decir que fue casualidad? ¿Vos no conocías el deporte antes?
-Siempre me gustó la idea de bajar en bicicleta, pero no sabía que existía ese deporte: el Downhill. Sí, fue casualidad porque una vez llegué y estaban estos chicos con cascos, con protecciones, con bicicletas de carrera y yo andaba con una bicicleta de supermercado. Ahí me empezó a gustar más y comencé a interiorizarme en el tema.
Y cambió la bici, por supuesto. Y la transformó en “su cable a tierra”, como él la describe.
Gustavo es soñador y aventurero. Ama la naturaleza y por eso no solo practica este deporte, sino que en sus ratos libres le da rienda suelta a su pasión por la Escalada, el Montañismo, la Natación y el Kayac. No es un tipo que pueda quedarse quieto mucho tiempo, claro está. La aventura siempre lo llama.
El Downhill es un deporte que requiere de equilibrio, coordinación y un buen estado físico, en donde la concentración juega un rol fundamental. “Son tres o cuatro minutos en los cuales no podés despegar un ojo del sendero, ni podés mirar para ningún lado”, explica y agrega: “no tenés margen de error”.
Lo esencial es que vos puedas manejar la bici por los lugares que querés y no que la bici te maneje a vos. ¿Cómo es tu preparación y cómo te entrenas para evitar estos accidentes?
-Tengo un entrenamiento físico fuerte, muy parecido al de los chicos que corren en Motocross o BMX. Mucha fuerza y mucha resistencia. Mi entrenamiento es más que todo en el gimnasio, porque los circuitos quedan lejos y eso no nos permite ir todos los días. En la semana trato de salir a pedalear, pero de una manera más tranquila y los fines de semana sí, hago Descenso.
Al ser un deporte extremo, que requiere de un estado físico excepcional, es común que quienes practican el deporte lleven a cabo estrictas dietas y cuidados alimenticios. Pero Gustavo cuenta entre risas que él no mantiene una dieta, porque lo suyo es el gimnasio. “Igual, tampoco como tan mal”, agrega, mientras vuelve a reírse.
Le pregunto qué siente al subirse a la bicicleta y descender en el menor tiempo posible por senderos tan arriesgados y estrechos. No lo duda y lo simplifica en una palabra tan pequeña pero a su vez tan profunda como “Libertad”.
La libertad que te da la bici es única
¿Cuál fue tu mejor marca?
-Cuando estaba en la categoría Elite, que son los más rápidos, mi mejor puesto fue un sexto en el Open Shimano- el campeonato de Descenso más importante de Sudamérica- y un noveno puesto en el Campeonato Argentino. Este año, en Máster A1, estoy actualmente segundo en el Campeonato Latinoamericano y tercero en la Copa Argentina. Creo que este es el mejor año.
¿A pesar de la pandemia?
–Sí, a pesar de todo – asegura, casi incrédulo.
El círculo íntimo de Gustavo lo caracteriza como alguien valiente, capaz de alcanzar cada uno de sus anhelos. Seguramente fue su espíritu luchador el que le permitió competir en todos los eventos deportivos argentinos y que, como “frutilla del postre”, le regaló su mejor experiencia: el Whistler Mountain Bike, en nada más y nada menos que Canadá. Viajó en tres oportunidades y en dos de ellas escaló al Top 15 de esta competencia mundial. “Fui al paraíso de la bicicleta, donde van más de 10 mil ciclistas al año. Era un sueño para mí”, reconoce nostálgico.
A sus 31 años y luego de una vasta trayectoria en la categoría “Elite”, Gustavo se desempeña hoy, por edad, en la categoría “Máster A1” y enorgullece a los riojanos en cada competencia que participa, aunque el Downhill lamentablemente no sea uno de los deportes más conocidos en la provincia.
¿Cuál es tu meta en este deporte?
– Como había empezado muy bien las carreras, la meta para este año era lograr terminar entre los tres primeros de la Copa Argentina y del Latinoamericano, y seguir manteniendo el título de la provincia. Con esto del coronavirus no sé cómo se dará, pero el año que viene tengo los mismos planes. Y seguir. No creo que deje de andar en bici. No me veo haciendo otra cosa, no me veo lejos de la bicicleta ni de la montaña.
